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Crónica II #EncuentroQuetzal2019

Miércoles, 24 de julio

Tercer día de encuentro, y al fin la primera caminata, no sin antes coger un bus que nos llevaría desde Munguía a Bakio. Una vez en la playa de Bakio tomamos el GR (sendero de Gran Recorrido) que nos llevaría a San Juan de Gaztelugatxe, una emblemática ermita situada en un islote, que data del siglo X y ha sido escenario de batallas piratas, incendios y saqueos varios. El camino comenzaba con una preciosa cuesta en la que estoy segura de que más de uno ya pensó en abandonar.


Al poco de comenzar la caminata ya podíamos ver la ermita, pero aún tuvimos que recorrer unos cuantos kilómetros entre árboles hasta llegar a las famosas escaleras de piedra que llevan hasta la iglesia. Como somos muy valientes, o poco inteligentes, subimos los 241 escalones con la mochila a cuestas. Una vez allí pudimos disfrutar de unas maravillosas vistas de la costa desde nuestro punto de partida, en Bakio, hasta la que sería nuestra siguiente parada: el cabo Matxitxako. Además, tuvimos la suerte de atender una charla informativa sobre la ermita y las tradiciones marineras que se celebran en la zona. La más conocida es la tradición de subir y tocar tres veces la campana para pedir un deseo o ahuyentar a los malos espíritus.


Como aún nos quedaban unos cuantos km por delante, no nos entretuvimos mucho y nos dirigimos al faro de Matxitxako, donde hicimos un pequeño descanso de las cuestas recién subidas y disfrutamos de la brisa norteña. Este edificio, ahora substituido por otro faro más moderno, fue la escuela de guardafaros de Bizkaia, que en aquella época se llamaban torreros.



Siguiendo la carretera llegamos a Bermeo, un pueblo marinero lleno de colorido y cuna de famosos pescadores balleneros, que nos pareció el lugar ideal para hacer una pausa, comer y reponer fuerzas. Debido a la vigilante mirada de Yuri, no pudimos alargar la siesta todo lo que algunos habríamos querido y nos lanzamos a caminar el último tramo de etapa hasta Mundaka.


Interrumpida siesta en Bermeo al estilo rutero

Esta localidad se encuentra entre la Costa Cantábrica y la Ría de Urdaibai, y nos dio la oportunidad de darnos un baño en sus aguas antes de que estallase un aguacero y nos tuviésemos que ir a resguardar al pórtico de la Iglesia de Santa María, donde nos quedaríamos a dormir esa noche, en el centro del pueblo, bajo la atenta mirada de los vecinos.


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